Los muñecos hiperrealistas que causan furor en el mundo

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(Barcelona) Es sábado en el Diagonal Mar Centre, un shopping concurrido por familias que van a comprar y comer en su día libre. Esta tarde lo encuentra particularmente concurrido: a pocos metros de allí se acaba de suspender por lluvia un festival de reguetón y los adolescentes se amontonan en los locales de hamburguesas y aprovechan para ir al baño. Entre los jóvenes que van y vienen y el público habitual del shopping, se congregan unas cuantas mujeres con bebés en brazos. Algunas tienen carritos donde llevarlos, se hablan unas a otras, se ríen. De lejos podrían ser un grupo de mamis cualquiera, pero cuando una se acerca puede comprobar que, en realidad, son reborners

Por Marianela Insua Escalante

El término “reborn” surge después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Alemania, grupos de mujeres recogían piezas rotas de muñecas que habían sufrido tanto como sus dueñas y con cariño y esfuerzo, las recomponían para las niñas que en medio de la miseria no podían adquirir unas nuevas. Reborn es renacer, dar nueva vida, y de algún modo este arte y la práctica de coleccionarlo también da nueva vida a sus protagonistas, no solo a través del objeto, sino de las redes que se tejen para lograr la perfección en un proceso minucioso y detallista.

Las reborners

“Si un hombre colecciona muñecos o coches no pasa nada, pero si una mujer colecciona bebés la gente juzga y opina. Lo primero que te dicen es ¡tú estás loca! Esa es la palabra que les sale”, dice Tere (de Los Reborn de Tere), unos días después de la juntada en el centro comercial, en diálogo con Infobae. Ella es reborner, o sea, artista reborn, una persona que de un kit básico de vinilo (puede ser silicona) crea una nueva pieza. Tere sabe que muchos la juzgan con la mirada y que muchos más admiran su trabajo, pero no le importa.

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